La luxación acromioclavicular es una lesión traumática frecuente entre los deportistas, la cual involucra tres huesos: el hombro, el acromion y la clavícula. Se caracteriza por un dolor intenso y sensibilidad al tacto, la cual se debe tratar a tiempo, ya que las estructuras relacionadas con la estabilidad y movimiento del hombro pueden verse comprometidas y causar dificultades de medio a largo plazo.
Es un desgarro total o parcial en los ligamentos que sujetan la clavícula al omóplato; la función de los ligamentos es mantener unidos a los huesos de las articulaciones. En el caso de una luxación acromioclavicular, la lesión se da por una caída sobre el brazo en abducción o separación, que provoca que la clavícula haga palanca sobre la primera costilla y rompa los ligamentos coracoclaviculares.
También conocido como esguince acromioclavicular, la mayoría de las veces es una lesión traumática de la articulación de la parte más distal de la clavícula con el acromion, que forma parte de la escápula y se encuentra reforzada por los ligamentos coracoclaviculares y el ligamento o cápsula acromioclavicular.
Estos ligamentos son bandas cortas y duras de tejidos cuya función es mantener unidos a los huesos, por lo que se necesita un desplazamiento para que sufran una rotura, ya sea de forma directa como en la caída antes descrita, o por un traumatismo indirecto sobre la mano o el codo.
Existen seis grados que se clasifican con base en el tipo y gravedad de la lesión:
Esta lesión suele darse como consecuencia de caídas o impactos de gran intensidad, donde se recibe un golpe directo sobre el hombro, el cual se desplaza hacia abajo y la clavícula hacia arriba. Después de recibir este traumatismo de alta energía, el paciente experimentará dolor en la parte superior del hombro y/o en la clavícula, y este aumentará y se reflejará en el pecho al tratar de levantar los brazos.
Estas lesiones son frecuentes en las personas que practican deportes de alta intensidad como ciclismo, rugby, fútbol americano, Judo, artes marciales, esquí o motociclismo; también es frecuente entre trabajadores de la construcción, que cargan objetos muy pesados, o que tienen riesgo de caerse de andamios o escaleras.
Prevenir esta lesión es complicado ya que surge como consecuencia de accidentes, pero en general se recomienda usar equipo de protección durante la práctica deportiva y el trabajo, evitar los deportes de contacto, usar calzado bajo y con antiderrapantes, protectores para el suelo y alertas de piso resbaloso.
Después de una lesión en la articulación acromioclavicular, el primer síntoma es un dolor agudo que puede aparecer al mover la articulación, recostarse sobre el lado afectado, e incluso puede despertar al paciente. Además, el paciente puede tener limitación funcional en la articulación afectada.
Sin embargo, la mayor causa por la que las personas van a consulta es por la deformación de la articulación, notándose una elevación de la clavícula respecto al acromion, lo que hace que la silueta luzca asimétrica desde la parte superior del hombro al notarse protuberancias que antes no estaban ahí.
Ahora bien, hay seis tipos de lesiones de la articulación acromioclavicular, incluidas las lesiones simples y las complejas. La clasificación de este tipo de lesión está directamente relacionada con la medida del desplazamiento del acromion con respecto a la clavícula.
El especialista en hombro revisará la articulación para detectar posibles deformidades, inestabilidad, desplazamiento y el “signo de la tecla” que ocurre cuando, al apretar la clavícula, esta se reduce y vuelve a levantarse o desplazarse al soltarla.
Para confirmar el diagnóstico se recomienda una radiografía simple en proyección AP, axilar y radiografías comparativas con carga en los brazos, y en algunos casos se puede solicitar una resonancia magnética para detectar el grado de luxación, descartar alteraciones neurovasculares y determinar el tratamiento más adecuado.
Los pacientes con una luxación simple, de grado I y II pueden recibir un tratamiento conservador que consiste en inmovilización de la articulación mediante un cabestrillo durante dos a tres semanas y terapias de rehabilitación posteriores. Por su parte, los pacientes con lesiones mayores, de grados IV, V y VI pueden requerir un tratamiento de reducción quirúrgica y estabilización mediante artroscopia de hombro para fijar injertos articulares o implantes para reparar los ligamentos que estabilizan la clavícula.
Después de la operación de hombro para estabilización, se recetarán analgésicos y antiinflamatorios, los hombros deben permanecer fijos durante aproximadamente 4 semanas, y luego comenzará el proceso de rehabilitación para mejorar la movilidad. Los pacientes generalmente vuelven a hacer ejercicio o se retiran entre la semana 10 y 12 después de la cirugía.
Respecto al grado III existe controversia sobre el tratamiento conservador con cabestrillo o una cirugía artroscópica. En todo caso, el especialista en hombro debe ser quien te recomiende el mejor tratamiento para tu lesión de acuerdo con tu edad, grado de luxación, actividad física y la inestabilidad que puedas presentar.
En ausencia de mejoría, aunque se hayan aplicado todas las técnicas de tratamiento conservadoras, se sigue recomendando el tratamiento quirúrgico. Recomiendo tratamiento quirúrgico mediante artroscopia, descompresión del espacio subacromial, acromioplastia y extirpación de osteofitos en la articulación acromioclavicular. En comparación con la técnica quirúrgica abierta, las ventajas de este método son una recuperación más rápida, un movimiento rápido del hombro (importante en este caso) y menos invasión.
Después del tratamiento quirúrgico, se requerirá fisioterapia de rehabilitación para promover la mejoría clínica.
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